Después de años de rutina, mi cónyuge y yo buscamos una cara fresca para darle sabor a nuestras noches.Nos topamos con una tentadora joven de 18 años con términos intrigantes -pechos pequeños pero firmes y un derrame tentador.Nuestros deseos lujuriosos nos llevaron a su puerta, solo para ser recibidos con una recepción fría.Inconcertados, profundizamos en nuestros deseos, explorando su marco pequeño y su piel sedosa.A medida que subía el calor, también lo hacía nuestra satisfacción, ignorando las normas sociales.Nuestra relación con el sexbot resultó ser un viaje salvaje, un testimonio de nuestra sed insaciable de experiencias novedosas.